Griselle, esposa y compañera de vida de Juan, comenzó su alocución a la Asamblea General con una afirmación fundamental para todos los allí presentes: “Sabemos que el miedo no nos paraliza. Porque somos solidarios, dignos y desprendidos. Que compartimos la misma esperanza y el mismo amor incondicional por Puerto Rico”.
“Vengo a hablarles de una persona que conozco muy bien, bastante bien, un hombre cuyo carácter, integridad, honestidad, generosidad, empatía, y amor al prójimo le ha ganado el respeto de todos en Puerto Rico”, continúo expresando Griselle en su presentación de Juan Dalmau a la Asamblea y al país.
“Ustedes conocen que él toma sus decisiones teniendo como norte el bienestar de todas y de todos, y que posee la brújula moral que muchos desearían tener”.
Afirmó que, “Si les menciono una lista completa de las cosas que lo he visto hacer a lo largo de todos estos años, no acabaríamos. Su solidaridad con los trabajadores, su admiración por los pensionados y las jefas de familia, su respeto al magisterio y a nuestros hermanos en la diáspora, su empatía ante la necesidad de nuestros sordos y las personas con diversidad funcional y su fe en los jóvenes y estudiantes, son sólo algunas de ellas. Él no tolera el discrimen contra otros, ni la corrupción y el abuso, sobre todo contra los más vulnerables.”
“Con el paso del tiempo, él nos ha ido demostrando que la magia de la vida está en las pequeñas cosas, en las pequeñas alegrías, que las conquistas y las luchas por nuestros derechos como seres humanos toman tiempo, pero que se logran con perseverancia, un día a la vez”.
Nos compartió Griselle que en medio de crisis familiares Juan ha demostrado su calidad humana y su compromiso, no sólo con la lucha por la Patria Nueva sino con su familia.
Para las elecciones del 2008, Juan era Comisionado Electoral y una semana antes de las elecciones, a Sofía, su hija, la hospitalizaron con una condición bronquial. Señaló que “Esos días fueron complicados porque había que hacer un balance entre cuidar a Sofí, cumplir con los compromisos que él tenía con el partido, los que yo tenía con mi trabajo y había que salir a votar. Y, ¿saben qué? Aprendimos que unidos, estructurados y organizados pudimos con todo.”
Otra historia, que todos y todas la conocemos, fue a mitad de la campaña del 2016 cuando nos enteramos de que Gabriel, su hijo, tenía cáncer. Nos subraya Griselle que Juan “… hizo una pausa en su trabajo político y con profundo dolor y a la vez con entereza aprendimos que Dios no le da cargas a quienes no pueden sobrellevarlas y que con valor, coraje y llenos de amor todo se puede. En ese periodo también aprendimos que cuando necesitamos ayuda, no estamos solos. Confirmamos que es posible el verdadero amor al prójimo, porque ustedes, al igual que tantos otros buenos puertorriqueños y puertorriqueñas, nos sostuvieron con sus oraciones y solidaridad.”
Concluye Griselle su presentación afirmando que: “Me siento orgullosa del camino que él ha construido y de las enseñanzas que juntos le hemos dado a nuestros hijos. No permitamos que la maldad y perversidad de quienes quieren hacer daño nos invada. Al contrario, que sirva ese sentimiento como motor para hacernos más fuertes, que nos rete a luchar con mayor fuerza y pasión. Debemos confiar en lo que somos capaces de hacer, cueste lo que cueste”.
FIN
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